top of page

ONG sin brújula financiera: el “punto ciego”

  • Foto del escritor: Editorial
    Editorial
  • hace 12 minutos
  • 4 Min. de lectura

ONG sin brújula financiera el punto ciego Revista interAlcaldes

En 2025, las organizaciones sin fines de lucro que operan entre México y Estados Unidos enfrentan una paradoja incómoda: nunca habían tenido tantas herramientas tecnológicas para administrar recursos, demostrar impacto y acceder a donantes; pero tampoco habían estado tan expuestas a la volatilidad económica, a la desconfianza pública y a la presión regulatoria. En la región fronteriza y en los corredores binacionales (migración, agua, salud, educación, vivienda), la filantropía y la acción social ya no compiten sólo por “fondos”; compiten por credibilidad, trazabilidad y capacidad financiera real.

 

El termómetro del lado estadounidense marca un sector filantrópico grande pero más exigente. El reporte Giving USA 2025 (sobre el año 2024) confirma que la donación total alcanzó 592.5 mil millones de dólares, con un crecimiento de 6.3% en términos nominales (3.3% ajustado por inflación), impulsado por mercado accionario, PIB y el rol dominante del donante individual (dos tercios del total). Esa “recuperación” no significa un cheque fácil: significa mayor competencia por atención y evidencia, porque cuando el dinero fluye, también se profesionalizan las expectativas. En 2025, además, la agenda pública en EE.UU. refuerza la lógica de “cumple o no existes”: auditoría de resultados, costos administrativos bajo lupa y cultura de reporte continuo.

 

La presión no es sólo institucional: también es doméstica. La última ola del National Financial Capability Study(FINRA Foundation, publicada en 2025 con datos 2024) dibuja un entorno donde muchos hogares están financieramente tensos: sólo 38% dijo no tener dificultad para cubrir gastos y pagar cuentas (bajando desde 43% en 2021), y 26% reportó gastar más de lo que ingresa (máximo histórico del estudio). Cuando las familias sienten el golpe, donan distinto: menos recurrencia, más selectividad y más exigencia de “impacto por dólar”. Para ONG binacionales, esto se traduce en una realidad práctica: el mejor programa social puede quedarse sin oxígeno si no tiene una narrativa financiera sólida, un control interno auditables y una estrategia de diversificación de ingresos.

 

Del lado mexicano, 2025 trajo señales claras de modernización financiera que —bien aprovechadas— pueden elevar el músculo operativo del tercer sector. La ENIF 2024 (publicada en 2025) muestra avances en la inclusión, pero con brechas: en 2024, 58.6% de mujeres y 68.0% de hombres contaban con cuenta de ahorro formal. Esa diferencia importa porque muchas organizaciones sociales trabajan precisamente con poblaciones donde el acceso a cuentas, ahorro formal y herramientas de pago determina si un apoyo se cobra, se pierde, se malgasta o se convierte en movilidad social. Además, la infraestructura de acceso también se expandió: al cierre de 2024, 99.6% de la población adulta vivía en un municipio con al menos un punto de acceso (sucursal, cajero o corresponsal), un dato clave para programas que combinan apoyos con educación financiera en territorio.

 

El punto ciego de las ONG Revista interAlclades

El salto más estratégico para 2025 es tecnológico. La digitalización ya no es un “plus”, es el nuevo estándar: en México, la evidencia de 2024 (publicada en 2025) indica que 8.5% de usuarios de productos de ahorro y 12.2% de usuarios de crédito contrataron su último producto mediante app o web de la institución financiera. Esto abre una oportunidad concreta para las ONG: integrar capacitación financiera con onboarding digital (cuentas, ahorro, microcrédito productivo, seguros), y medir resultados con datos verificables sin elevar costos de operación. Lo que antes era un taller, hoy puede ser un “viaje” completo: diagnóstico, metas, hábitos, producto financiero, seguimiento y reporte.

 

En el tablero binacional, 2025 también consolidó un fenómeno que el sector social no puede ignorar: la digitalización del dinero transfronterizo. El Banco de México reporta que entre enero y septiembre de 2025, 99.2% de los ingresos por remesas se realizó por transferencias electrónicas, y que dentro de esas remesas electrónicas, 50.1% llegó como depósito a cuenta (vs. 49.9% cobrado en efectivo). Para las organizaciones filantrópicas y comunitarias, esto es una señal de diseño: si la región ya se mueve hacia depósitos y trazabilidad, las ONG deben operar “listas para cuenta”, no “listas para efectivo”. Eso fortalece controles, reduce fugas y facilita auditoría, pero exige alfabetización financiera tanto del beneficiario como del equipo operativo.

 

Ahora bien, el freno estructural para muchas ONG en México sigue siendo institucional: sin formalidad fiscal y sin capacidades administrativas, el acceso a donantes de alto nivel se limita. El propio diagnóstico internacional sobre filantropía en México advierte que, para 2023, menos de una cuarta parte de las organizaciones caritativas tenían estatus de “donataria autorizada”, lo que impacta la capacidad de atraer donaciones deducibles y escalar. En un ecosistema binacional, esa brecha se siente doble: donantes estadounidenses piden cumplimiento robusto; y del lado mexicano, la ruta de formalización puede ser lenta y costosa para organizaciones pequeñas, precisamente las más cercanas al territorio.

 

ONG sin brújula financiera el punto ciego Revista interAlcaldes Infografia

El potencial del sector social binacional no se destraba con más “eventos de recaudación”, sino con infraestructura financiera. Los retos más grandes son tres. Primero, profesionalizar sin burocratizar: crear control interno, presupuestos por programa, costos unitarios e indicadores de impacto sin matar la agilidad comunitaria. Segundo, construir confianza con tecnología: pagos y nóminas digitalizadas, trazabilidad, tableros de resultados y auditorías ligeras pero frecuentes; no para “verse bien”, sino para sobrevivir en un entorno de donante más escéptico. Tercero, lograr interoperabilidad binacional: cumplimiento fiscal y de datos, reporteo comparable, y capacidades para recibir fondos, remesas dirigidas o donaciones recurrentes desde EE.UU. con claridad legal y contable. En 2025, la educación financiera para ONG dejó de ser capacitación “útil”: es la diferencia entre ser una causa inspiradora… o ser una institución sostenible.

 

Banner Suscríbete Revista interAlcaldes

Escrito por: Editorial

 

Comentarios


bottom of page