¡Jalisco + Texas al rojo vivo! La autopista del T-MEC que acelera la nueva fábrica binacional
- Editorial
- hace 13 horas
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El 2025 arrancó con el acelerador a fondo para el corredor Jalisco–Texas. En 2024, el comercio Texas–México cerró en 281.2 mil millones de dólares, con México como principal destino de exportación texana (123.7 mil millones, 27% del total) y también su mayor fuente de importaciones (157.5 mil millones). Ese volumen se traduce en cadenas de suministro más densas que ya baten récords: en marzo de 2025 el valor del flete transfronterizo entre EE. UU., México y Canadá alcanzó un máximo histórico, 8.4% por encima de marzo de 2024. Para Jalisco, este contexto es la pista ideal para despegar: el estado captó 1.1 mil millones de dólares de IED en 2024 y consolida su papel como plataforma exportadora y de innovación.
La infraestructura fronteriza está enviando una señal inequívoca al mercado. Laredo y Nuevo Laredo renovaron su pacto binacional y presentaron avances de la expansión del World Trade Bridge; además, la ampliación del Puente Colombia recibió el permiso presidencial para sumar dos nuevos viaductos de cuatro carriles con canales FAST, reduciendo cuellos de botella críticos. En paralelo, la modernización aduanera mexicana —nuevos equipos de inspección y digitalización— empujó ingresos récord en el primer semestre de 2025, con Nuevo Laredo creciendo 16% anual. La logística manda y la política responde.
El eslabón tapatío no es retórica: Guadalajara, “Silicon Valley mexicano”, concentra gran parte de la industria de semiconductores y servicios digitales del país, conectando con los polos de Austin (chips, IA) y Houston (médica-bio). La prensa internacional reporta que Jalisco capta el grueso de la actividad nacional en ATP (ensamble, prueba y empaque), mientras el talento local se acelera para cubrir la demanda. Para Texas, donde el re-shoring tecnológico es prioridad, esa vecindad funcional con Jalisco reduce tiempos y riesgos estratégicos.
La aritmética logística favorece esta alianza. En 2024, las regiones fronterizas de Texas procesaron 93.9% del comercio que cruza el estado y el distrito de Laredo concentró cerca de siete de cada diez operaciones fronterizas texanas, asegurando tránsitos más predecibles hacia I-35 y los hubs de distribución. Si el “just-in-time” volvió “just-in-case”, el binomio Jalisco–Texas ofrece resiliencia de proximidad sin perder escala.

¿Qué hacer para capitalizar 2025? Primero, institucionalizar “corredores de valor agregado” Guadalajara–Austin–Houston con pre-clearance, ventanillas únicas interoperables y trazabilidad aduanera de extremo a extremo. El Border Trade Advisory Committee de Texas ofrece el foro ideal para alinear proyectos de datos, carriles verdes y horarios 24/7, mientras la iniciativa privada articula estándares. Segundo, conectar el clúster electrónico-software de Jalisco con cadenas texanas de semiconductores, salud y energía mediante compras públicas innovadoras y sandbox regulatorios. Tercero, una diplomacia de talento: dobles titulaciones UDG–UT, pasantías cruzadas y certificaciones binacionales en mecatrónica, ciberseguridad y logística. Cuarto, activar una ventanilla PyME binacional con financiamiento de cadena y garantías para exportación digital, facilitando que pymes jaliscienses vendan a Texas con reglas de origen claras y tiempos de pago cortos. Quinto, diseñar corredores “cero emisiones” con electrificación de patio y energía renovable distribuida en parques industriales, alineando metas ESG corporativas con beneficios arancelarios y logísticos.
Los avances de 2024 validan la ruta: Texas mantuvo a México como su socio #1, con 27% de sus exportaciones dirigidas al sur; las mejoras de infraestructura en los Dos Laredos y el permiso para ampliar el Puente Colombia despejaron cuellos de botella; y la IED en Jalisco siguió fluyendo hacia industrias de mayor valor agregado. Además, el repunte del flete transfronterizo en 2025 confirma que la demanda existe y está lista para servicios más rápidos y seguros.

Pero no hay que romantizar: los riesgos políticos y de energía pueden frenar el momentum. A principios de 2025, episodios de incertidumbre arancelaria recordaron que la política comercial puede moverse de un tuit a un recargo; y, del lado mexicano, la disponibilidad y calidad de energía —clave para chips, data centers y electromovilidad— continúa como cuello de botella central si no se habilitan contratos de abasto firme, transmisión y renovables de manera expedita. El reto para 2025 es doble: blindar la certidumbre regulatoria de cara a la revisión del T-MEC en 2026 y, en paralelo, ejecutar un “Plan Laredo–Guadalajara” con metas trimestrales de despacho aduanero, carriles inteligentes, seguridad carretera y formación de talento STEM. Si gobiernos y empresas activan estos aceleradores, Jalisco y Texas no solo moverán más carga: moverán el centro de gravedad de la competencia global hacia una fábrica binacional de alto valor.
Escrito por: Editorial
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