Guadalajara y Monterrey, los nuevos “puños de hierro” del nearshoring: cómo replicar su músculo logístico en tu municipio
- Editorial

- 15 ago
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Guadalajara y Monterrey cerraron 2024 consolidándose como los polos logísticos más dinámicos del país, un salto que en 2025 ya reconfigura rutas, inversiones y toma de decisiones a ambos lados de la frontera. En Jalisco, el aeropuerto de Guadalajara (GDL) cerró 2024 con 166,201 toneladas de carga —tercer lugar nacional— y un primer semestre de 2024 con repunte de 1.3% pese a la volatilidad del sector; al mismo tiempo, su infraestructura de carga y zona franca empezó a pesar más en los ingresos del operador aeroportuario. Esto no es cosmética: el clúster logístico se alimenta de un mercado industrial clase A que creció 7.5% anual al 3T-2024 hasta 4.93 millones m², con vacancia comprimida a 2.9%. Además, Jalisco acumuló 30,425 mdd en exportaciones en 2024, 11.9% más que en 2023, y un salto interanual de 37% en el 4T.
Monterrey, por su parte, terminó 2024 con un inventario industrial que superó los 16 millones m² tras añadir más de 1.7 millones m² en el año —su segundo mayor incremento histórico— y una absorción anual cercana a 1.5 millones m², con Apodaca como epicentro. En carga aérea, el aeropuerto de Monterrey reportó alzas relevantes a fines de 2024 y estabilidad en 2025, señal de una demanda logística sostenida por comercio electrónico y manufactura de exportación. Todo ello se ancla en el ensanchamiento físico y regulatorio del eslabón fronterizo: el Puente Colombia-Laredo sumó carriles de exportación en octubre de 2024 y, en julio de 2025, obtuvo permiso presidencial en EE. UU. para construir dos nuevos cuerpos de cuatro carriles con carriles FAST y de sobredimensionados, al tiempo que Laredo impulsa su sistema de “Corredores Verdes”.
Estas cifras no son aisladas: el ciclo 2024 mostró que la carga aérea nacional creció 7.2% en el segmento internacional, mientras actores ferroviarios y de autotransporte reforzaron soluciones intermodales entre México y EE. UU., y CPKC consolidó su red trinacional de 20 mil millas como columna vertebral del nearshoring. En paralelo, el debate sobre aranceles en Washington no frenó la apuesta de operadores logísticos en la franja fronteriza. Para todo municipio con aspiraciones de hub, la lección es clara: conectividad multimodal + suelo industrial competitivo + ventanillas aduaneras ágiles = resiliencia.

¿Qué se puede replicar —y cómo—? Primero, planeación de suelo industrial conectada a nodos de carga. Guadalajara lo hizo consolidando submercados como El Salto-Aeropuerto y empujando parques logísticos con entregas escalonadas a 2023-2024; esos polígonos reducen costos de última milla y densifican servicios 3PL. Monterrey replicó con pipeline de construcción arriba de 1.1 millones m² y proyectos built-to-suit para cadenas globales. La receta: reservas territoriales bien servidas, derechos de vía garantizados y trámites digitales para licencias, con métricas de tiempo-costo.
Segundo, gobernanza transfronteriza. Nuevo León entendió que un hub se mide en minutos a la aduana: la ampliación del Colombia Solidarity y el nuevo trazo La Gloria-Colombia reducen fricciones y duplicaron cruces comerciales, de acuerdo con autoridades locales; la coordinación con Laredo para permisos, carriles FAST y seguridad multiplica el efecto red. Municipios fuera de la frontera pueden crear “ventanas espejo” con agentes aduanales, homologar horarios y protocolos y, sobre todo, enlazar digitalmente sus parques a patios intermodales y aerocargos.
Tercero, talento y tecnología. Tec de Monterrey y universidades de Guadalajara llevan 2024-2025 empujando el “smartshoring”: analítica de demanda, integración con IA y rediseño de procesos para que Pymes locales se vuelvan proveedoras de Tier 1-2. Programas y cursos en logística y cadena de suministro están generando cuadros que entienden aduana, intermodal y data-ops. Para municipios, la palanca es crear becas sectoriales, laboratorios de cadena de suministro y bolsas de trabajo con métricas de colocación.

¿Dónde están los límites en 2025? Tres cuellos de botella asoman. Energía y agua: la expansión industrial presiona redes y fuentes; cualquier plan de parque debe amarrar contratos firmes, cogeneración y reúso hídrico desde el día uno. Regulación y aranceles: la revisión del T-MEC y episodios de proteccionismo en EE. UU. añaden volatilidad; la respuesta municipal es “compliance by design”: trazabilidad, normas laborales y ambientales y facilitación aduanera digital que reduzcan riesgo. Seguridad y movilidad: más camiones sin inteligencia vial colapsan ciudades; invertir en ITS, patios de regulación y ventanas nocturnas es más barato que perder inversiones. La conclusión de los analistas del Dallas Fed y de foros académicos es contundente: el nearshoring prospera donde la logística se vuelve política pública, no solo inmobiliario.
La oportunidad está servida para municipios medianos en corredores a Manzanillo, Lázaro Cárdenas o la I-35: copien la triada tapatía-regia —capacidad de carga, suelo competitivo y diplomacia logística con EE. UU.— y midan cada trimestre exportaciones, ocupación industrial y tiempos puerta-a-puerta. Si Guadalajara y Monterrey son los puños de hierro del nearshoring, el resto de los municipios puede ser el sistema nervioso que mantiene el ritmo: menos discurso y más kilómetros, kilowatts y kilobytes.
Escrito por: Editorial




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