Agua bajo presión. Hermosillo y Tucson lideran la carrera tecnológica para sobrevivir al desierto
- Editorial

- 24 abr
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En pleno 2025, las ciudades de Hermosillo, Sonora y Tucson, Arizona —dos de las urbes más importantes del desierto sonorense— están librando una batalla paralela: garantizar agua en medio de una crisis hídrica que se intensifica año con año. La escasez, agravada por el cambio climático y el crecimiento urbano, ha obligado a ambos municipios a innovar con rapidez, adoptando tecnologías de reutilización, eficiencia y desalinización que podrían redefinir la gestión del agua en regiones áridas de América del Norte.
Durante 2024, Hermosillo incrementó en un 22% la cobertura de sistemas de captación y tratamiento de aguas grises en zonas residenciales y comerciales, de acuerdo con cifras de Agua de Hermosillo. Además, se iniciaron tres proyectos piloto de desalinización en el litoral sonorense con apoyo del Instituto Tecnológico de Sonora y fondos del Banco de Desarrollo de América del Norte (BDAN), orientados a abastecer el futuro crecimiento habitacional e industrial de la capital. Paralelamente, la Universidad de Sonora fortaleció sus investigaciones en nanomateriales y membranas inteligentes, capaces de optimizar el proceso de ósmosis inversa, una tecnología clave para el tratamiento de agua marina.
Tucson, por su parte, consolidó su reputación como referente internacional en la reutilización del agua. En 2024, más del 90% del agua residual tratada en la ciudad fue reutilizada, en gran parte gracias al sistema Pima County Regional Wastewater Reclamation, que ha sido modernizado con sensores inteligentes y plataformas de inteligencia artificial para anticipar fugas, optimizar bombeos y reducir pérdidas. El Centro para la Ciencia del Agua de la Universidad de Arizona reportó una mejora del 18% en la eficiencia energética de sus plantas de tratamiento gracias al uso de energía solar flotante en estanques de tratamiento, una innovación replicable en todo el suroeste estadounidense y norte de México.
Ambas ciudades también han comenzado a colaborar más estrechamente. En octubre de 2024, Hermosillo y Tucson firmaron un memorándum de entendimiento para compartir datos climáticos, modelos de simulación hídrica y estrategias de comunicación ciudadana. Esta alianza transfronteriza cuenta con el respaldo de la North American Commission for Environmental Cooperation y el Fondo de Infraestructura Fronteriza de la EPA. Entre los primeros frutos del convenio destaca la creación de una plataforma binacional para monitorear acuíferos compartidos, particularmente el sistema que alimenta el Valle de San Pedro, una cuenca crítica para ambos territorios.

Sin embargo, los avances no están exentos de retos. La implementación de tecnologías de desalinización, aunque prometedora, enfrenta una barrera de costos y sostenibilidad ambiental. El consumo energético y la generación de salmuera siguen siendo motivos de debate tanto en la academia como en la esfera pública. Por otro lado, la reutilización de aguas residuales sigue cargando con un estigma social que limita su aceptación, a pesar de estar técnicamente garantizada para usos agrícolas e industriales.
De cara a 2025, el mayor desafío será escalar estas soluciones innovadoras sin comprometer la equidad en el acceso. Hermosillo aún presenta zonas urbanas marginales con abastecimiento intermitente y baja presión hídrica, mientras que en Tucson persiste una disparidad en las tarifas de agua que afectan a comunidades latinas y de bajos ingresos. La sostenibilidad hídrica debe ser tanto tecnológica como social.
Además, urge una mayor coordinación interestatal e internacional en materia de financiamiento. Aunque organismos como el BDAN y USAID han comenzado a fondear proyectos estratégicos, es necesario institucionalizar un esquema de cooperación a largo plazo entre México y EE.UU., capaz de integrar esfuerzos locales, universitarios y empresariales en una misma agenda hídrica del desierto. El agua ya no puede ser tratada como un recurso local; su gestión debe ser entendida como una política binacional prioritaria.
Hermosillo y Tucson tienen hoy la oportunidad de demostrar que incluso en los territorios más secos, con voluntad política, ciencia aplicada y colaboración internacional, es posible garantizar el acceso al agua y construir resiliencia frente a un futuro climático incierto. La historia de estas ciudades podría convertirse no solo en un modelo para otras regiones áridas del continente, sino en la nueva frontera del liderazgo hídrico binacional.
Escrito por: Editorial



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