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Turismo verde o colapso, la carrera por infraestructuras sostenibles

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    Editorial
  • hace 11 minutos
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Turismo verde o colapso interAlcaldes

En una era marcada por la emergencia climática, el turismo —uno de los sectores económicos más dinámicos del continente— enfrenta un dilema ineludible: adaptarse al cambio o volverse insostenible. Entre México y Estados Unidos, dos naciones unidas por flujos turísticos masivos y una biodiversidad compartida, el desarrollo de infraestructuras turísticas sostenibles ya no es una opción estratégica, sino una urgencia económica, ambiental y social. Desde Baja California hasta Florida, pasando por el corredor Riviera Maya y el Gran Cañón, la transformación de hoteles, parques, y atracciones en destinos verdes se ha acelerado, aunque con desigualdades notables entre regiones y modelos de inversión.

 

Durante 2024, según datos del Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC) y la Secretaría de Turismo de México, el turismo representó el 8.4% del PIB mexicano y el 7.7% del estadounidense. No obstante, menos del 20% de los nuevos desarrollos turísticos en México integraron certificaciones ambientales internacionales como LEED o EarthCheck. En contraste, en Estados Unidos, el 35% de los nuevos complejos turísticos en estados como California, Colorado y Hawái adoptaron tecnologías limpias como energía solar, tratamiento autónomo de aguas residuales y materiales de construcción de bajo impacto ambiental. Universidades como el Tecnológico de Monterrey y la University of California han alertado que los desarrollos turísticos mal planeados están degradando ecosistemas costeros clave en el Golfo de México y el Pacífico, lo que amenaza la resiliencia climática regional.

 

Un ejemplo positivo en México ha sido el impulso del Programa de Turismo Sustentable de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), que en 2024 canalizó 2,500 millones de pesos a proyectos eco-turísticos comunitarios en Oaxaca, Quintana Roo y Chiapas. Sin embargo, los desafíos de implementación, fiscalización y coordinación intergubernamental persisten. En EE.UU., el avance ha sido más articulado gracias a incentivos fiscales federales y estatales para el uso de energías renovables en el sector hotelero, lo que permitió que el 28% de las habitaciones hoteleras nuevas en 2024 operaran con eficiencia energética clase A.

 

A pesar de estos avances, el turismo de masas continúa siendo una amenaza para áreas protegidas. Parques como Tulum, el Cañón del Sumidero, Yellowstone y Yosemite reportaron en 2024 sobrecarga de visitantes durante temporadas altas, lo que obliga a repensar modelos de movilidad, consumo de agua y generación de residuos. Las soluciones digitales, como sistemas de reserva anticipada con análisis de capacidad de carga ecológica, apenas comienzan a implementarse en regiones piloto.

La carrera por infraestructuras sostenibles interAlcaldes

El reto de 2025 será articular una visión binacional de turismo sostenible que combine innovación tecnológica, inversión pública con criterios verdes y participación activa de las comunidades locales. Esto implica armonizar regulaciones transfronterizas, atraer capital privado que valore la sostenibilidad como activo económico y garantizar que los beneficios del turismo no se concentren en élites corporativas, sino que permeen en los tejidos sociales de las regiones receptoras. El nearshoring turístico —es decir, atraer a turistas estadounidenses a destinos de cercanía en México con menor huella de carbono— es una oportunidad real, pero solo si se construyen infraestructuras con responsabilidad ambiental y respeto a la biodiversidad.

 

Además, se necesita un mayor compromiso de las universidades y centros de innovación para generar tecnología adaptada al turismo ecológico. Desde sensores para controlar el uso de agua en hoteles hasta inteligencia artificial que regule el tráfico turístico en áreas naturales, el papel del conocimiento científico será clave para lograr una transición justa. México y Estados Unidos deben entender que su patrimonio natural compartido —desde desiertos hasta arrecifes coralinos— solo puede protegerse con políticas integradas y voluntad política firme.

 

En definitiva, 2025 marcará el inicio de una década decisiva: o consolidamos un turismo regenerativo con infraestructuras limpias y eficientes, o asistimos a la erosión de los paisajes que le dan vida a nuestras economías locales. No se trata solo de atraer visitantes, sino de garantizar que las generaciones futuras puedan seguir disfrutando y viviendo de la riqueza natural que hoy está en riesgo.

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Escrito por: Editorial

 

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