La Frontera que atrae capital. El renacimiento de la inversión extranjera en el norte de México
- Editorial
- 5 jun
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En el nuevo mapa de la economía global, la región fronteriza entre México y Estados Unidos ha dejado de ser sólo un corredor de tránsito para convertirse en un epicentro estratégico de inversión. A lo largo de 2024, los estados fronterizos mexicanos —Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas— registraron un aumento acumulado del 18.6% en inversión extranjera directa (IED), alcanzando un total de más de 17,400 millones de dólares, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía. Esta cifra supera con creces el promedio nacional y confirma una tendencia de consolidación regional como destino de capital global, particularmente en los sectores de manufactura avanzada, tecnología verde y generación energética.
El fenómeno no es accidental. Diversos factores han confluido para generar un entorno favorable: la reconfiguración de las cadenas de suministro globales impulsada por el nearshoring, la fortaleza del T-MEC como marco institucional y la decisión estratégica de gobiernos estatales y municipales de adoptar políticas públicas activas para atraer inversión. En 2024, se aprobaron más de 50 nuevos parques industriales en la región norte, muchos con certificaciones sustentables y conectividad logística avanzada. Monterrey, Ciudad Juárez y Mexicali destacaron como polos tecnológicos, recibiendo más de 6,000 millones de dólares solo en inversiones vinculadas a semiconductores, automatización y energía solar.
La política energética estadounidense también ha jugado un papel clave. La Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés) ha incentivado a corporaciones norteamericanas a relocalizar procesos en países aliados como México. Esto se refleja en el creciente número de joint ventures entre empresas texanas y desarrolladores industriales en municipios como Piedras Negras, Reynosa o Nogales, donde los costos laborales competitivos, la disponibilidad de talento técnico y la cercanía con el mercado estadounidense son activos estratégicos invaluables.
El sector energético, por su parte, ha ganado protagonismo en la ecuación de atracción de IED. La apertura a esquemas mixtos de inversión en energía solar, eólica y de hidrógeno verde ha transformado la zona fronteriza en un laboratorio de transición energética. En 2024, la IED en proyectos energéticos creció 25.3% respecto al año anterior, especialmente en Baja California y Sonora, donde se integran corredores solares con potencial binacional. La Universidad de Arizona y el Instituto Tecnológico de Sonora firmaron acuerdos para capacitación conjunta de ingenieros, fortaleciendo la dimensión académica de este ecosistema.
Sin embargo, el auge de inversión no está exento de desafíos. Para 2025, el principal reto es garantizar la infraestructura suficiente y la gobernanza ágil para no desincentivar el ritmo de inversión. La saturación en cruces fronterizos, los rezagos en suministro de agua y electricidad en algunas ciudades y la inseguridad jurídica sobre permisos y uso de suelo pueden frenar el impulso actual. Además, la coordinación entre los distintos niveles de gobierno sigue siendo desigual, lo cual impide una estrategia integral de atracción de inversión con visión regional y transfronteriza.
Otro desafío será mantener la inclusión laboral. Aunque la llegada de capital extranjero genera empleos, es crucial asegurar que estos sean de calidad y con formación continua. La automatización creciente obliga a repensar el modelo educativo técnico, ampliando la colaboración con instituciones en ambos lados de la frontera para asegurar una fuerza laboral calificada y bilingüe.
Finalmente, en un contexto electoral tanto en México como en Estados Unidos, la estabilidad política y la certidumbre regulatoria serán factores determinantes. La región fronteriza no solo compite con otras zonas dentro de México, sino también con países de Centroamérica y Asia. Un marco legal transparente, incentivos fiscales bien estructurados y el combate a la corrupción local serán indispensables para consolidar lo que hoy es una ventana de oportunidad histórica.
La frontera norte de México puede dejar de ser la periferia de dos países para convertirse en su nuevo centro económico compartido. Pero para ello, deberá pensarse no como una suma de estados, sino como una plataforma regional binacional con identidad propia, capacidad de innovación y gobernanza coordinada.
Escrito por: Editorial
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