El Estado 33 al poder, la diáspora mexicana redefine el futuro binacional
- Editorial
- 8 may
- 3 Min. de lectura

En la actualidad, más de 38 millones de personas de origen mexicano viven en Estados Unidos, constituyendo la comunidad latina más grande del país y una de las diásporas más influyentes a nivel global. Lejos de ser un fenómeno pasivo, esta diáspora ha evolucionado hacia una fuerza estratégica en el fortalecimiento de las relaciones entre México y Estados Unidos, actuando como puente económico, político y cultural en un momento en que las tensiones migratorias y los retos del comercio global requieren nuevas formas de cooperación.
Durante el año 2024, el flujo de remesas enviado desde Estados Unidos hacia México alcanzó un récord histórico de 63,200 millones de dólares, lo que representó un crecimiento del 8.2% respecto a 2023, según cifras del Banco de México. Estas remesas no solo representan una fuente vital de ingresos para más de 10 millones de hogares en México, sino también un indicador tangible del compromiso económico de la diáspora con su país de origen. Además, se ha registrado un incremento del 14% en la inversión de pequeños y medianos negocios en territorio mexicano por parte de empresarios migrantes, con un foco en los sectores agroalimentario, turismo comunitario y tecnologías digitales.
En el plano político, 2024 marcó un hito con la inclusión de líderes de origen mexicano en más de 50 puestos electos en Estados Unidos, desde concejos municipales hasta congresos estatales, lo que representa un aumento del 25% respecto a los últimos cinco años. Esta participación política no solo da voz a las demandas de la comunidad migrante, sino que fortalece la interlocución entre ambos países en temas como movilidad laboral, educación bilingüe y cooperación transfronteriza. Las universidades como UCLA y UNAM han impulsado programas conjuntos de diplomacia cultural y académica, incrementando en un 22% los intercambios de investigación sobre migración, sostenibilidad y tecnología social.
Desde el ámbito cultural, el año pasado vio un repunte notable de la diplomacia cultural impulsada por la diáspora. Iniciativas como “Raíces Mexicanas”, respaldada por la Secretaría de Relaciones Exteriores y el Instituto Cultural Mexicano en Washington D.C., atrajeron a más de 500,000 asistentes en ferias gastronómicas, exposiciones artísticas y eventos binacionales de música y cine. Este fenómeno ha servido como una poderosa herramienta de soft power, reposicionando la narrativa mexicana más allá de los estigmas migratorios y evidenciando su capacidad para influir positivamente en la percepción pública estadounidense.

Sin embargo, de cara al 2025, el desafío no radica solo en continuar con esta inercia, sino en institucionalizarla. El reto principal está en diseñar una arquitectura binacional de políticas públicas que reconozca formalmente a la diáspora como un actor diplomático y económico estratégico. Esto implica fortalecer los mecanismos de voto en el extranjero, crear fondos binacionales de inversión dirigidos a proyectos de innovación impulsados por migrantes y establecer programas de retorno voluntario con garantías de reintegración laboral.
También es urgente que el gobierno mexicano amplíe su red de consulados como centros de innovación comunitaria, no solo para trámites y protección consular, sino como núcleos de capacitación, networking empresarial y diplomacia ciudadana. En paralelo, se requiere una modernización de los registros estadísticos sobre la diáspora para diseñar políticas basadas en datos y no en aproximaciones genéricas.
La clave para liberar el potencial del llamado “Estado 33” radica en reconocer que no se trata de un fenómeno migratorio, sino de un actor transnacional. Mientras Washington y Ciudad de México enfrentan retos como la relocalización industrial (nearshoring), la inteligencia artificial y el cambio climático, la diáspora mexicana emerge como un socio natural, con raíces profundas en ambos territorios y una visión que combina tradición con innovación.
En un mundo en constante transformación, la diáspora mexicana ya no es solo parte del pasado de México: es parte esencial de su futuro compartido con Estados Unidos.
El movimiento del Estado 33 la Diáspora Mexicana es una iniciativa de Marco Tardelli y la escritora Guadalupe Loaeza.
Escrito por: Editorial
Comentarios