De Jalisco a Texas, el poder suave que conquista con mariachi, tequila y tradición
- Editorial
- 20 may
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En el panorama actual de las relaciones entre México y Estados Unidos, donde las tensiones migratorias y las negociaciones económicas suelen dominar la agenda, la cultura ha emergido como un vehículo de integración más poderoso de lo que muchos imaginan. Entre todos los estados mexicanos, Jalisco destaca por su contribución icónica: mariachi, charros y tequila. Estas expresiones culturales no sólo han sobrevivido en Texas, sino que se han arraigado profundamente, funcionando como herramientas de diplomacia cultural y motores de desarrollo económico binacional.
Durante 2024, Texas fue sede de más de 320 festivales y eventos con temática jalisciense, según datos del Consulado General de México en Dallas y el Texas Cultural Trust. Entre ellos, el “Mariachi Vargas Extravaganza” en San Antonio superó los 50 mil asistentes, un incremento del 17% respecto al año anterior. El tequila, por su parte, generó exportaciones hacia Texas por un valor superior a los 290 millones de dólares, con un crecimiento del 11.2% respecto a 2023, consolidando a Jalisco como el principal exportador de esta bebida al sur de Estados Unidos.
Las universidades no se han quedado atrás. La Universidad de Texas en Austin y la Universidad de Houston fortalecieron durante el último año sus programas de estudios latinoamericanos, incorporando talleres de música regional, historia de los pueblos charros y análisis del papel del tequila como símbolo cultural. Estas iniciativas buscan entender no sólo el folclor, sino el impacto político del llamado "soft power" mexicano en el sur estadounidense.

La charreada, reconocida como deporte nacional en México, ha encontrado espacios institucionales en Texas gracias a alianzas binacionales. En 2024 se registraron al menos 28 torneos oficiales de charrería en ciudades como Laredo, El Paso y Houston, con participación de equipos mixtos mexicanos y texanos. Más allá de lo simbólico, estos eventos representan oportunidades económicas: el turismo cultural derivado de estas actividades aportó más de 85 millones de dólares al Producto Interno Bruto regional, según un estudio conjunto de la Universidad de Guadalajara y el Texas A&M International University.
No obstante, esta sinergia cultural enfrenta retos importantes para 2025. Uno de ellos es la falta de una política institucional binacional que respalde y financie consistentemente la promoción cultural de Jalisco en Estados Unidos. Mientras que los programas educativos y los eventos culturales prosperan gracias a organizaciones comunitarias y esfuerzos consulares, la ausencia de un marco formal limita su alcance y continuidad. Asimismo, la apropiación cultural mal entendida, donde símbolos jalisciences son comercializados sin respeto por su origen, plantea desafíos éticos y económicos.

Otro reto crucial es integrar esta identidad cultural en la narrativa política de ambos lados de la frontera. Aunque los mariachis y el tequila son celebrados, su potencia como símbolos de integración binacional sigue subestimada por tomadores de decisiones. Para liberar el potencial completo de esta diplomacia cultural, es imperativo que gobiernos estatales, universidades y cámaras empresariales reconozcan la cultura no solo como un elemento decorativo, sino como una herramienta estratégica de relación bilateral.
El camino hacia 2025 exige una visión renovada: una donde la cultura no sea solo celebrada, sino gestionada, protegida e impulsada como activo económico, diplomático y educativo. La historia compartida entre Jalisco y Texas tiene raíces profundas y ramas en expansión. Si se cultiva con visión binacional, puede convertirse en una plataforma sólida para un entendimiento más humano, productivo y duradero entre México y Estados Unidos.
Escrito por: Editorial
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