Autopistas del futuro, la nueva carrera por dominar el comercio en la frontera México y Estados Unidos
- Editorial
- 22 abr
- 3 Min. de lectura

En la frontera que une a México y Estados Unidos —más que separarlos— se libra una carrera estratégica por modernizar los sistemas de transporte de mercancías. La eficiencia logística ya no es solo una ventaja competitiva, sino una condición imprescindible para sostener el dinamismo comercial más intenso del hemisferio. Con más de 1.4 millones de millones de dólares en comercio bilateral en 2024, la región ha alcanzado niveles récord de intercambio, impulsados por la relocalización de cadenas de valor (nearshoring), la digitalización del comercio y una creciente interdependencia industrial.
Durante el año 2024, los gobiernos de ambos países anunciaron y comenzaron a ejecutar una serie de proyectos de infraestructura enfocados en fortalecer los puertos terrestres, las rutas ferroviarias y las redes carreteras. De acuerdo con datos del North American Development Bank (NADB) y de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), se invirtieron más de 3,200 millones de dólares en obras de infraestructura fronteriza, con especial énfasis en los estados de Texas, California, Chihuahua, Baja California y Nuevo León. Esto representó un aumento del 18% respecto a 2023. Particularmente relevantes fueron las ampliaciones en los cruces comerciales de Otay Mesa II (California–Baja California) y el proyecto del puerto de entrada internacional Mesa de Otay East, que promete reducir los tiempos de espera hasta en un 70% para 2026.
En el lado mexicano, los esfuerzos también se enfocaron en consolidar corredores logísticos clave como el Corredor del Norte (Mazatlán–Durango–Torreón–Monterrey–Laredo), donde se registró una mejora del 11% en tiempos de tránsito gracias a nuevas tecnologías de gestión de tráfico y vigilancia automatizada. Además, la aduana de Nuevo Laredo, la más activa de Latinoamérica, implementó un sistema de prevalidación digital que redujo en un 23% el tiempo promedio de despacho aduanal durante el segundo semestre de 2024.
No obstante, la infraestructura no es solo asfalto y concreto. La logística moderna requiere sincronización digital, ciberseguridad y coordinación binacional. En este sentido, en 2024 también se registró un incremento del 35% en el uso de plataformas de gestión logística digital entre empresas exportadoras en la región fronteriza. Universidades como el Tecnológico de Monterrey y Arizona State University promovieron hubs de innovación binacional para entrenar talento en ingeniería de transporte, logística internacional y sistemas inteligentes de movilidad.

Pese a estos avances, los retos para 2025 son tan urgentes como complejos. El primero es cerrar las brechas de interoperabilidad entre sistemas tecnológicos mexicanos y estadounidenses. La ausencia de estándares comunes para la trazabilidad de mercancías y la gestión de datos logísticos impide que el flujo transfronterizo alcance niveles óptimos. Asimismo, la capacidad física de los puertos terrestres más activos —como Tijuana-San Diego y Ciudad Juárez–El Paso— sigue siendo insuficiente para la creciente demanda impulsada por el comercio electrónico y la industria automotriz.
Otro desafío crucial es la seguridad. La creciente sofisticación del contrabando de mercancías y las amenazas cibernéticas a las plataformas logísticas requieren una inversión sostenida en vigilancia inteligente, inteligencia artificial y protección de datos. En este sentido, los presupuestos de seguridad fronteriza deberán pasar de una visión reactiva a una estrategia de prevención tecnológica.
Finalmente, la sostenibilidad debe colocarse en el centro de la planificación. En 2024, el 92% de las cargas que cruzaron por tierra entre México y Estados Unidos se transportaron por camión, y solo el 6% por tren, según datos del Bureau of Transportation Statistics y la Agencia Nacional de Transporte Ferroviario. Esta sobredemanda de carreteras no solo genera cuellos de botella, sino que eleva las emisiones contaminantes y multiplica el deterioro de la infraestructura. Fomentar el uso del ferrocarril y electrificar flotas de carga será vital para cumplir con los compromisos climáticos de ambos países.
El año 2025 marcará un punto de quiebre: o se consolida una infraestructura logística del siglo XXI, resiliente, binacional y sostenible, o el auge del comercio regional chocará con los límites físicos de un sistema obsoleto. La frontera ya no es una línea que divide, sino una red que debe integrarse. Las decisiones políticas y económicas que se tomen este año definirán si México y Estados Unidos siguen siendo socios comerciales o si se convierten, en los hechos, en una única plataforma logística continental.
Escrito por: Editorial
Comments