Autopistas binacionales del futuro. Jalisco y Texas al frente del nuevo mapa logístico de América del Norte
- Editorial
- 11 jun
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En el tablero geoeconómico del siglo XXI, las cadenas de suministro ya no son simples rutas de transporte: son arterias estratégicas que determinan la competitividad, la seguridad nacional y la integración regional. En este contexto, el corredor Jalisco-Texas se perfila como una de las piezas clave en la reconfiguración del comercio norteamericano, impulsado por el T-MEC, el nearshoring y las tensiones geopolíticas con Asia. La consolidación de esta ruta no es solo una oportunidad logística, sino una apuesta binacional por el desarrollo económico conjunto entre México y Estados Unidos.
Durante 2024, los avances en infraestructura han sido notables. En Jalisco, se invirtieron más de 7,800 millones de pesos en proyectos logísticos, destacando la ampliación del Peribús en la Zona Metropolitana de Guadalajara, la rehabilitación del Libramiento Sur de Tepatitlán y la modernización del Aeropuerto Internacional de Guadalajara, que registró un crecimiento del 14% en el movimiento de carga respecto a 2023, según datos del Grupo Aeroportuario del Pacífico. A su vez, el Puerto Interior de Lagos de Moreno consolidó su papel como nodo estratégico para el tránsito terrestre hacia el norte del país.
En el lado texano, el Departamento de Transporte de Texas (TxDOT) destinó más de 3.4 mil millones de dólares a la modernización de corredores clave hacia Laredo, El Paso y Brownsville. Estas inversiones están alineadas con el plan Texas-Mexico Border Transportation Master Plan 2023, que identificó más de 140 proyectos prioritarios para mejorar la eficiencia en los cruces fronterizos. En 2024, Laredo recuperó su lugar como el puerto terrestre número uno de Estados Unidos, con más de 278 mil millones de dólares en comercio bilateral, de los cuales cerca del 30% corresponde a manufactura automotriz y electrónica, sectores donde Jalisco tiene una creciente participación.
Este dinamismo ha sido catalizado por la creciente relocalización de empresas (nearshoring) en el Bajío y el occidente mexicano. Jalisco, en particular, atrajo más de 1,800 millones de dólares en inversión extranjera directa durante el primer semestre de 2024, con un incremento del 22% respecto al mismo periodo del año anterior. Empresas estadounidenses del sector tecnológico y logístico, como UPS, Flex y Intel, han ampliado su presencia en la región, atraídas por la combinación de talento calificado, conectividad multimodal y cercanía con Texas.
Pero el fortalecimiento de estas cadenas va más allá de la infraestructura física. La digitalización aduanera, los sistemas inteligentes de movilidad y la interoperabilidad entre autoridades migratorias y fiscales están transformando la experiencia logística. A finales de 2024, se implementó un sistema piloto de prevalidación aduanera conjunta entre la Aduana de México y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. (CBP), permitiendo que ciertas cargas de alto valor se certifiquen en origen y crucen con menor revisión, reduciendo los tiempos en hasta 35% en algunos puntos de entrada.
A nivel político, ambos gobiernos han mostrado voluntad para avanzar. El Gobierno de Jalisco ha estrechado sus vínculos con Texas a través de misiones comerciales y acuerdos con cámaras empresariales como la Texas Association of Mexican American Chambers of Commerce (TAMACC). Por su parte, Texas ha reforzado su colaboración con los estados mexicanos del norte y occidente en materia de seguridad logística, control fronterizo y homologación de normas técnicas.
Sin embargo, el camino hacia un sistema logístico binacional plenamente integrado aún enfrenta retos relevantes de cara a 2025. En primer lugar, la saturación y lentitud en varios cruces fronterizos sigue siendo un cuello de botella estructural. Tan solo en el Puente Colombia-Solidarity, los tiempos de espera para transporte de carga se incrementaron en un 18% durante los últimos meses de 2024, según la Universidad de Texas en Austin. Además, persisten asimetrías en normativas medioambientales, requisitos fitosanitarios y estándares tecnológicos que dificultan una verdadera interoperabilidad.
Otro desafío es la infraestructura secundaria. Aunque las grandes obras concentran la atención, muchas rutas locales en Jalisco y Texas carecen del mantenimiento y tecnología necesaria para soportar el aumento en el tránsito pesado. Asimismo, la seguridad en carreteras, especialmente en el tramo central de México, sigue siendo una preocupación para transportistas y empresas de logística.
El fortalecimiento del corredor Jalisco-Texas debe contemplar también la formación de talento binacional especializado en comercio exterior, análisis de datos logísticos y ciberseguridad. Las universidades como el ITESO, la Universidad de Guadalajara, UT Austin y Texas A&M ya están desarrollando programas conjuntos, pero su alcance aún es limitado ante la magnitud de la demanda.
En 2025, el gran reto será articular una visión binacional más ambiciosa que no solo modernice las cadenas de suministro existentes, sino que impulse un modelo de gobernanza conjunta para la logística del sig
lo XXI. Esto implica cooperación multisectorial, planificación territorial compartida, inversión público-privada y un enfoque integral que considere tanto la eficiencia económica como la sostenibilidad ambiental y la inclusión social.
México y Estados Unidos no solo comparten una frontera, sino también una responsabilidad histórica: construir un nuevo paradigma logístico que fortalezca su competitividad, garantice su seguridad y ofrezca bienestar compartido a millones de personas a ambos lados del Río Bravo.
Escrito por: Editorial
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