Sin igualdad no hay progreso, la urgencia de educar en género para transformar comunidades en México y EE.UU.
- Editorial
- hace 13 minutos
- 3 Min. de lectura

En un contexto binacional marcado por transformaciones sociales, políticas y económicas aceleradas, la equidad de género ya no puede ser un tema periférico. La promoción de comunidades más justas y resilientes pasa necesariamente por una inversión estructural en educación y sensibilización sobre igualdad de género. Tanto en México como en Estados Unidos, 2024 fue un año de avances significativos en políticas locales y campañas públicas, pero también dejó en evidencia la persistencia de brechas culturales, institucionales y educativas que deben ser atendidas con mayor urgencia en 2025.
En el lado mexicano, los esfuerzos por incorporar la equidad de género en la educación básica han tomado fuerza en estados como Jalisco, Oaxaca y Ciudad de México, donde se han implementado programas piloto con enfoque de género en más de 1,800 escuelas públicas. Según datos de la SEP, el 62% de las instituciones que adoptaron estos contenidos observaron mejoras en la percepción del respeto entre pares y disminución en incidentes de acoso escolar. Sin embargo, la cobertura sigue siendo limitada: sólo el 14% del total de planteles de educación básica a nivel nacional incorpora módulos activos sobre género y derechos humanos.
Por su parte, en Estados Unidos, el Departamento de Educación y diversas universidades públicas impulsaron campañas de concientización comunitaria que se desplegaron en condados rurales y suburbios tradicionalmente conservadores. En California, Texas y Nueva York se consolidaron alianzas entre gobiernos locales y organizaciones de mujeres para llevar talleres a más de 400 mil personas en 2024. Un informe reciente de la American Association of University Women (AAUW) revela que el 73% de los participantes en estas campañas afirmaron haber modificado su actitud hacia la equidad de género en sus espacios laborales y familiares. No obstante, en los estados del cinturón sur y el medio oeste, las iniciativas encontraron resistencia legislativa y cultural, lo cual limita su expansión.

En el plano político, la equidad de género ha sido incorporada tímidamente en las agendas municipales, con apenas el 18% de los gobiernos locales en ambos países destinando partidas presupuestarias específicas para programas educativos de género en 2024. A nivel tecnológico, algunas ciudades como Austin y Guadalajara han comenzado a utilizar plataformas de inteligencia artificial y big data para monitorear el impacto de las políticas públicas con enfoque de género. Estos esfuerzos aún están en fase inicial, pero marcan un camino innovador para la rendición de cuentas y la mejora continua.
Un reto persistente es la falta de formación de los funcionarios públicos y educadores. De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México y la Universidad de California, menos del 30% de los maestros y servidores públicos han recibido capacitación sistemática en materia de igualdad de género. Esto significa que, aunque existan materiales y campañas, la transmisión efectiva de valores igualitarios depende aún de estructuras educativas tradicionales que no han sido transformadas.
La educación sobre equidad de género no es sólo un imperativo ético, sino una herramienta estratégica para el desarrollo económico. Estudios de la Universidad de Harvard y del Colegio de México indican que las comunidades con mayor igualdad de género reportan mayores niveles de productividad, cohesión social y estabilidad institucional. En este sentido, la inversión en programas de educación y sensibilización no debe verse como un gasto blando, sino como un componente esencial para la competitividad local y binacional.

De cara al 2025, los gobiernos municipales de ambos países enfrentan el desafío de institucionalizar estas iniciativas, superar resistencias sociales y ampliar su cobertura. El avance dependerá en gran medida de la voluntad política, el involucramiento activo de las universidades y organizaciones de la sociedad civil, y el uso inteligente de tecnologías de la información. También será crucial que estos programas no sólo enfoquen sus esfuerzos en mujeres y niñas, sino que involucren activamente a hombres y niños en el proceso de transformación cultural.
A medida que México y Estados Unidos redefinen sus agendas compartidas para el desarrollo regional, la igualdad de género debe dejar de ser una promesa abstracta para convertirse en una prioridad presupuestal y educativa tangible. Porque no hay comunidad sustentable, ciudad resiliente o economía próspera sin equidad real entre mujeres y hombres. Educar en igualdad es sembrar justicia, pero también es garantizar un futuro más sólido para ambos lados de la frontera.
Escrito por Editorial
Comments