Fronteras que facturan. El resurgimiento estratégico de las zonas económicas especiales en México y EE.UU.
- Editorial
- hace 6 días
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En 2025, la conversación sobre competitividad y desarrollo regional en la frontera México-Estados Unidos ha sido dominada por un concepto que resurge con fuerza: las Zonas Económicas Especiales (ZEE). Después de años de ensayos fallidos y programas desarticulados, los municipios fronterizos vuelven a posicionar este modelo como una estrategia clave para atraer inversión, generar empleo de calidad y cerrar las brechas estructurales que persisten en el norte de México y el sur de Estados Unidos. Hoy, más que una idea romántica, las ZEE se perfilan como plataformas híbridas de innovación, comercio y logística, especialmente atractivas para industrias emergentes como la electromovilidad, semiconductores y manufactura avanzada.
En 2024, Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas reportaron un incremento conjunto del 14.6% en inversión extranjera directa en comparación con 2023, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía. Este repunte se atribuye en parte a las políticas de nearshoring y a los primeros incentivos fiscales implementados en los parques industriales certificados como zonas de desarrollo económico estratégico. En Reynosa, por ejemplo, el polígono industrial impulsado por la iniciativa público-privada “Frontera 360” logró captar más de 320 millones de dólares en inversiones tecnológicas provenientes de Estados Unidos, Taiwán y Alemania. En Ciudad Juárez, el número de empresas registradas en clústeres de manufactura inteligente creció un 12% durante el último año, en buena medida por los incentivos fiscales implementados a nivel municipal y estatal.

Al sur de la frontera, ciudades como Laredo, El Paso y McAllen también están fortaleciendo su perfil como zonas logísticas y tecnológicas. Según un reporte conjunto de la University of Texas y la Brookings Institution, el 68% de los gobiernos locales en condados fronterizos texanos identifican como prioridad la atracción de cadenas de suministro resilientes mediante políticas espejo de las ZEE mexicanas, incluyendo créditos fiscales, reducción de aranceles en zonas aduaneras y apoyo a parques tecnológicos universitarios. Esta visión binacional está reforzada por los recientes acuerdos entre la Universidad Estatal de Arizona y el estado de Sonora para establecer zonas de transferencia tecnológica en San Luis Río Colorado y Nogales.
No obstante, los retos para consolidar este modelo en 2025 siguen siendo complejos. Primero, existe un rezago normativo a nivel federal en México, pues el marco de las Zonas Económicas Especiales fue suspendido en 2019 y aún no ha sido actualizado ni adaptado al contexto actual del nearshoring. Aunque los estados han tomado la iniciativa, su implementación carece de una ley marco nacional que les dé certeza jurídica a los inversionistas. En segundo lugar, la infraestructura física y digital de muchos municipios fronterizos aún es insuficiente: el 40% de los municipios del norte mexicano tiene deficiencias críticas en conectividad digital, según el CIDE, lo que limita la instalación de industrias de base tecnológica. Finalmente, la coordinación binacional es todavía desigual. Si bien existen avances en las regiones Cali-Baja y El Paso-Ciudad Juárez, otras como Piedras Negras-Eagle Pass o San Luis-Yuma carecen de mecanismos institucionales sólidos que articulen esfuerzos de desarrollo conjunto.

Es imperativo que 2025 sea el año donde se redefina el concepto de ZEE bajo una visión de integración binacional, resiliencia tecnológica y sustentabilidad social. Esto implica replantear el diseño institucional con una nueva ley de zonas estratégicas para México, acompañada de esquemas de colaboración intermunicipal con sus contrapartes estadounidenses. También se deben incorporar criterios de inclusión social, educación técnica y transición verde en los requisitos de las nuevas inversiones. No basta con atraer capital: es necesario asegurar que este capital genere prosperidad compartida en ambos lados de la frontera.
En un momento donde la geopolítica redefine cadenas de suministro y la frontera se consolida como una región económica estratégica, las Zonas Económicas Especiales no pueden ser sólo parques industriales con descuentos fiscales. Deben convertirse en laboratorios binacionales de política pública, innovación tecnológica y desarrollo equitativo. Si los gobiernos locales, estatales y federales logran articular una visión común, las ZEEs podrán transformar la frontera en una de las regiones más dinámicas del hemisferio.
Escrito por: Editorial
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