Fábricas del futuro, la revolución fronteriza de la iA y la automatización
- Editorial
- hace 3 días
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En el corredor industrial que une a México y Estados Unidos, la manufactura se encuentra en una encrucijada transformadora. Las plantas de ensamblaje que alguna vez se beneficiaron de mano de obra intensiva hoy integran sistemas de automatización avanzada, robótica colaborativa e inteligencia artificial, marcando el inicio de una nueva era productiva que rebasa fronteras. Esta revolución tecnológica no solo redefine los procesos industriales, sino que también reconfigura la geopolítica del empleo, la capacitación laboral y la competitividad binacional.
Durante 2024, el avance de la automatización en la región fronteriza fue evidente. Según datos de la Universidad de California en San Diego y del Tecnológico de Monterrey, cerca del 34% de las plantas manufactureras de la frontera norte de México adoptaron algún sistema de inteligencia artificial en sus líneas de producción, comparado con un 19% en 2022. En paralelo, un reporte de la U.S. Chamber of Commerce indica que más del 48% de las empresas manufactureras en Texas, California y Arizona invirtieron en robótica o software de IA para optimizar su productividad, especialmente en los sectores automotriz, electrónico y aeroespacial.
Este auge responde no solo a la necesidad de eficiencia, sino a la urgencia de mantener la competitividad ante el alza salarial en China y la creciente estrategia del nearshoring. Firmas como Tesla, Flex y Honeywell han consolidado su presencia en estados como Nuevo León, Baja California y Chihuahua, atrayendo inversiones por más de 8 mil millones de dólares en 2024, de acuerdo con cifras de la Secretaría de Economía de México y la Oficina de Comercio de los Estados Unidos. Estas inversiones están atadas a la capacidad de adaptar talento humano a los nuevos paradigmas digitales.

Sin embargo, esta transición tecnológica plantea desafíos estructurales que no pueden soslayarse. La automatización ha desplazado hasta un 12% de los empleos operativos tradicionales en la frontera mexicana durante el último año, y se espera que esa cifra supere el 20% en 2025 si no se implementan políticas públicas de reconversión laboral. Universidades técnicas y centros de innovación como el CIATEQ en Querétaro y el Arizona Tech Council han comenzado a ofrecer programas intensivos en control digital, IA industrial y mantenimiento de sistemas automatizados, pero su cobertura aún no alcanza a los más de 600 mil trabajadores que podrían verse afectados en el corto plazo.
El reto para 2025 será triple: acelerar la digitalización de las pequeñas y medianas empresas que aún operan con baja tecnología, generar modelos educativos binacionales que preparen talento técnico de forma conjunta, y garantizar una inclusión laboral justa para que el desarrollo tecnológico no profundice la desigualdad en zonas vulnerables. También será clave establecer un marco regulatorio común que facilite la interoperabilidad tecnológica entre ambos países, protegiendo al mismo tiempo los derechos laborales en el contexto de la automatización.

En el ámbito político, la colaboración transfronteriza será vital. Gobiernos locales como el de Tijuana y El Paso ya están desarrollando zonas económicas especializadas en industria 4.0, pero requieren respaldo fiscal y coordinación federal para escalar sus proyectos. La Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas (APEP) podría ser un catalizador si se enfoca en la integración tecnológica de la manufactura fronteriza.
La región México-Estados Unidos no solo tiene el potencial de ser la columna vertebral industrial de América del Norte, sino también su laboratorio más avanzado de innovación productiva. Pero este futuro dependerá de la voluntad política para educar, integrar y proteger a su fuerza laboral. Las fábricas del futuro ya están aquí. La pregunta es si sabremos construir una frontera más próspera y equitativa alrededor de ellas.
Escrito por: Editorial
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