Alcaldesas al poder cómo las mujeres están redefiniendo el futuro local en México y Estados Unidos
- Editorial

- 30 abr
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En una era marcada por la transformación institucional y la exigencia de gobiernos más cercanos, eficientes e inclusivos, las mujeres que lideran gobiernos locales en México y Estados Unidos están emergiendo como agentes clave del cambio estructural. Las alcaldesas no solo gobiernan con una mirada distinta, sino que también están revolucionando las formas tradicionales de hacer política local, incorporando enfoques más participativos, centrados en la equidad, la sostenibilidad y la tecnología.
Durante 2024, el número de mujeres que ocuparon alcaldías en México alcanzó un máximo histórico: el 28.4% de las presidencias municipales estuvieron encabezadas por mujeres, según datos del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), lo que representa un avance de casi cinco puntos porcentuales respecto a 2021. En Estados Unidos, el Center for American Women and Politics (CAWP) reportó que el 27% de las grandes ciudades (más de 100,000 habitantes) fueron lideradas por alcaldesas, una cifra que se ha mantenido en ascenso desde 2018, impulsada por una oleada de liderazgos femeninos post-Trump y por la consolidación de candidaturas locales progresistas.
Más allá de las cifras, el impacto de estas liderazgos se manifiesta en políticas públicas innovadoras. En ciudades como Hermosillo, Tucson, Boston o Tijuana, las alcaldesas han priorizado agendas de género, justicia climática, movilidad urbana y digitalización de servicios. En 2024, un estudio conjunto de la Universidad de Arizona y el Colegio de la Frontera Norte reveló que los municipios gobernados por mujeres en regiones fronterizas registraron una ejecución presupuestaria 13% más eficiente en proyectos sociales y ambientales que aquellos dirigidos por hombres. Esto coincide con un cambio en la percepción ciudadana: el 64% de las personas encuestadas en un sondeo de Parametría en México y Pew Research en EE.UU. dijeron confiar más en el liderazgo de mujeres cuando se trata de resolver problemas locales complejos, como el acceso al agua, la inseguridad o la pobreza urbana.
Casos paradigmáticos como el de Regina Romero en Tucson —quien ha llevado a la ciudad a ser un referente binacional en sostenibilidad hídrica— o Norma Otilia Hernández en Chilpancingo, que ha priorizado la transparencia y el combate a la violencia de género, demuestran que el liderazgo femenino está contribuyendo a reconfigurar prioridades políticas y formas de gobernanza. En ambos países, estas mujeres enfrentan no solo los desafíos técnicos del cargo, sino también una estructura política e institucional aún dominada por lógicas masculinas, clientelares y centralistas.

Sin embargo, el camino hacia una representación equitativa y efectiva todavía enfrenta obstáculos significativos en 2025. Persisten los techos de cristal que limitan el ascenso de mujeres en estructuras partidistas, así como la violencia política de género, que en México continúa siendo una amenaza latente: más de 800 casos fueron documentados en el proceso electoral de 2024, según el Observatorio de Participación Política de las Mujeres. En Estados Unidos, aunque los partidos han abierto más espacio a candidatas locales, los sesgos de género persisten, especialmente en estados del sur donde los marcos legales sobre el aborto, la salud y la educación dificultan la implementación de agendas de igualdad.
El reto para 2025 será consolidar políticas públicas que institucionalicen la perspectiva de género en la gestión local, más allá del liderazgo individual. Será clave fortalecer redes de colaboración entre alcaldesas de ambos países, compartir experiencias exitosas y diseñar políticas replicables en entornos distintos. También se deberá avanzar en la capacitación de cuadros técnicos femeninos en gobiernos locales, así como en el financiamiento equitativo de sus campañas y proyectos. Universidades como el ITAM en México y Harvard Kennedy School en Estados Unidos han comenzado a documentar estas experiencias como parte de una nueva narrativa sobre gobernanza local transformadora.
Las alcaldesas del siglo XXI no son solo gestoras de servicios públicos: son arquitectas de una nueva forma de hacer ciudad, una que pone en el centro la inclusión, la empatía y la resiliencia. Su crecimiento no debe verse como una moda política, sino como una apuesta estratégica para construir democracias locales más justas, diversas y preparadas para los retos globales que ya están aquí.
Escrito por: Editorial
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